Para José Manuel Ferrero, diseñar es comprender los materiales y el espacio desde la propia experiencia. Por eso siempre usa el verbo “participar” antes que “crear”, porque todo proceso creativo necesita dialogar con el entorno y busca conectar al individuo con la materia por medio de líneas depuradas y texturas naturales. Ese es el estilo que practica desde su atelier de diseño, estudi{H}ac, y el que ha aplicado a la floristería Rosanflor desde la reinterpretación de los tres elementos fundamentales de la naturaleza: Tierra, luz y agua.

Un taller floral con carácter escultórico

De la tierra ha cogido las tonalidades beige desaturadas y terracotas que enmarcan el mostrador central, construido con el compacto mineral Krion® de Porcelanosa. El agua adquiere aquí apariencia de vidrio texturado mientras la luz, representada en la lámpara geométrica Alfi, incide sobre las flores recién cortadas.

Esa alegoría de la Madre Tierra está presente en las dos áreas de la tienda, dividida entre la zona de atención al público y el taller floral. “Este espacio comercial contemporáneo contrasta con la solidez de las características arquitectónicas, como el suelo de terrazo cerámico y la pieza central de la floristería. Se trata de un gran mostrador escultórico que combina un imponente bloque de mármol con una gran pieza de Krion® marrón diseñado a medida para el proyecto”, explica el diseñador.

“La sostenibilidad es idear un espacio que sea práctico, sencillo y que tenga un lenguaje claro”

La idea que tenía en mente Ferrero era la de renovar el concepto de tienda desde la atemporalidad y la coherencia de las formas. Para ello utilizó piezas cargadas de personalidad que potenciaran la armonía entre las tres fuerzas de la naturaleza. “El objetivo era trabajar bien la distribución de los espacios con materiales perdurables. La sostenibilidad también es eso, idear un espacio que sea práctico, sencillo y que tenga un lenguaje claro”, matiza el creador.

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